Inevitable, una vez al año me toca reponer hierro.
Cuando me operaron, me extirparon la parte final del íleon, concretamente me quitaron 20 centímetros del último tramo de intestino delgado, justo donde se absorbe el hierro de los alimentos que ingerimos. Aunque intento hacer una dieta rica en hierro, sobre todo cuando tengo la regla, la cantidad de hierro que absorbe mi intestino es tan pequeñita que de vez en cuando me toca un chute.
El hierro oral no lo tolero, quizás porque he tomado ¡tanto! Así que bajo a hospital de día, me siento en mi butaquita y me enchufan una botellita marrón de hierro endovenoso. Como si Popeye se tomara su lata de espinacas.
El pasado domingo 21 de enero fue el día mundial del abrazo. Es genial que haya un día dedicado al abrazo, pero abrazar es tan importante que deberíamos hacerlo cada día y cuantas más veces mejor. Y más todos los que por una razón u otra tenemos algún problemilla de salud.
Este año no he escrito mi lista de nuevos propósitos porque he decidido que ya trabajo demasiado para empezar el año presionándome, pero la verdad es que necesito VIDA SANA y cuidarme ya.
No sé cuántas veces y a cuántas personas he dicho esta frase: “si tu no paras, tu cuerpo te para”, y es que llevamos una vida de locos, todo el día corriendo. Despertador, corre, ducha, los niños, que llego tarde, no desayuno, corre, trabaja, trabaja, qué hago de cena, la nevera vacía, corre, a comprar, uff qué cansada estoy, me como un bocadillo y aprovecho el tiempo, reunión, trabajo, me duele la tripa, no le hagas caso, corre, el niño con gripe, me come el polvo en casa, limpia, recoge, los deberes, la hora de cenar, corre, las 10.00h, las 11.00h, un poco de tele y sofá, me lo merezco, pero ya las 12.00h de la noche, mañana no podré levantarme... y otro día más. ¡STOP!